DESCRIPCIÓN
El adulto es de coloración marrón grisácea destacando en su cuerpo la cabeza ancha y las alas grandes, transparentes y brillantes, con una nerviación muy marcada. Sus 3 cm de longitud y 9 cm de envergadura, hacen de este homóptero uno de los mayores de nuestra zona. En las hembras destaca su potente oviscapto, mediante el que inserta los huevos en el interior de tejidos vegetales, en grupos de 2 ó 3. Son alargados, de 2 por 0.5 mm, de color blanco en principio, viran a naranja próximos a su eclosión.
Las ninfas tienen un color marrón claro, pajizo. Carecen de alas y disponen de un primer par de patas muy potentes y adaptadas para excavar galerías en el suelo.
CICLO BIOLÓGICO
Los adultos evolucionan de las ninfas de último estado durante los meses de julio y agosto. Desde su emergencia hasta septiembre, las hembras realizan la puesta tanto en ramas finas de olivo como en tallos de plantas espontáneas. Para su alimentación clavan su estilete preferentemente en ramas, extrayendo la savia y provocando una mancha aceitosa con la zona central de color blanco. Los machos emiten durante las horas más calurosas del día, el característico sonido, monótono y estridente, que permite detectar su presencia e incluso conocer su especie.
Los huevos permanecen en el tejido vegetal hasta las primeras lluvias de cierta entidad, momento en el que se inicia la eclosión. Las ninfas neonatas se descuelgan e introducen en el suelo, donde completan su ciclo durante un periodo estimado de 4-5 años. Al finalizar esta etapa, y siempre durante la noche, las ninfas ascienden a un lugar prominente o algo elevado respecto al suelo donde se fijan, abandonando la exuvia (muda) y transformándose en adultos en pocas horas.
DAÑOS
No están valorados los daños que pueden producir tanto las ninfas en el sistema radicular como los adultos durante su alimentación, aunque parcelas muy afectadas o con altas poblaciones muestran en el estío una mayor depresión vegetativa.
El daño más virulento y perceptible es el producido por la acción mecánica de la puesta ya que perfora tramos continuos de brotes, provocando su posterior secado. Esto es especialmente grave en plantas jóvenes ya que anula gran parte del crecimiento anual y dificulta una buena formación.
En cualquier caso, estos ataques se limitan a zonas de suelo muy arcilloso siendo su presencia en el resto del olivar meramente anecdótica, sin causar daño alguno.
ESTRATEGIA DE LUCHA
Combatir esta plaga presenta una gran complejidad. Sólo la lucha química ha resultado en cierta medida eficaz, aplicando productos piretroides durante la noche ya que es el periodo en que los adultos no vuelan. El objetivo es controlar los adultos durante el periodo de máxima puesta, julio y agosto. Para ello, se ha establecido un método de seguimiento consistente en seleccionar cinco árboles de la parcela, en los que a partir de finales de junio se contabilizarán y retirarán, al menos semanalmente, las exuvias presentes en el tronco, ramas bajas y en el área de goteo del árbol.
Paralelamente se vigilará la presencia de las primeras puestas en varetas, ramas finas de plantones, malas hierbas,…
Es conveniente el tratamiento simultáneo de zonas continuas y extensas para evitar la reinfestación de la parcela. Una medida complementaria es permitir la presencia de soportes alternativos para la puesta, malas hierbas y varetas, eliminándolas y quemándolas antes de las primeras lluvias otoñales.
Se ha comprobado que puntualmente la depredación de huevos por el ácaro Pyemotes ventricosus, puede ser importante.