DESCRIPCIÓN
La forma más conocida de este cóccido es la hembra adulta con huevos, de color marrón oscuro, con el dorso convexo y un relieve a modo de H. Su tamaño oscila de 2 a 5 mm de longitud y de 1 a 4 mm de anchura. La hembra adulta sin huevos es más pequeña, más aplanada y de color más claro. El macho es desconocido en nuestra zona.
Los huevos, rosados, ovalados tienen un tamaño de 0.3 x 0.8 mm. (una hembra puede poner de 1.000-2.000 huevos). De ellos salen las larvas de primera edad de color pardo claro que en un principio son móviles pero que acaban fijándose. En la segunda edad larvaria empieza a notarse la quilla longitudinal, siendo de aspecto parecido a la anterior.
Las ninfas tienen ya color terroso con la quilla longitudinal bien marcada y comienzan a verse las dos transversales.
CICLO BIOLÓGICO
La ausencia de machos hace que la reproducción de esta cochinilla sea partenogenética, es decir, sin fecundación. Cada hembra adulta deposita bajo su caparazón más de un millar de huevos. Estos caparazones en forma de medio grano de pimienta, ya vacíos, pueden permanecer en el olivo largo tiempo.
La aparición de larvas recién nacidas se produce, según zonas, hacia el mes de mayo. Realizan dos mudas, después de cada una de las cuales pueden darse pequeños desplazamientos. Finalmente la ninfa se fija, en una rama pequeña o en una hoja, para dar paso al adulto, completando así una generación.
Atendiendo a la aparición de nuevas larvas se pueden considerar dos generaciones. La principal se desarrolla a partir de mayo y da lugar a hembras a finales del verano. Los adultos más precoces darán lugar a una segunda generación que se inicia en otoño pero que produce larvas pequeñas hasta abril. Una proporción variable de los adultos procedentes de la primera generación no se reproducen hasta la primavera siguiente. Se desarrolla pues una generación anual con una segunda parcial.
Factores como la alimentación y las condiciones climáticas adelantan o retrasan la aparición de las larvas por lo que se pueden observar hembras adultas en todo tiempo, pasando el invierno la mayoría de los individuos como estado larvario o ninfal.
DAÑOS
La cochinilla se alimenta succionando la savia del árbol, por lo que ataques severos pueden deprimir el estado vegetativo. Producto de esta alimentación excreta abundante melaza que impregnan los tejidos vegetales, siendo un buen medio para el desarrollo de diversos hongos conocidos como “negrilla”.
Éstos crean una capa, muy difícil de eliminar, que puede devaluar la aceituna de verdeo además de reducir la fotosíntesis al recubrir las hojas y los brotes, provocando de esta forma una pérdida de vigor.
REGULACIÓN DE LAS POBLACIONES
Las altas temperaturas de verano, acompañadas de vientos secos, provocan mortalidades superiores al 95% en los estados larvarios. Por tanto la aplicación de medidas culturales como plantaciones no muy densas, podas, nutrición equilibrada sin exceso de nitrógeno y un buen control del riego, en su caso, favorecerán el control natural de la plaga. Las condiciones contrarias, favorecen por tanto su multiplicación: plantaciones densas y poco aireadas, la ubicación del olivar en zonas bajas, resguardadas y con elevada humedad relativa.
Entre los factores de control natural existe también un gran número de insectos auxiliares como Chilocorus bipustulatus, pero destacan los himenópteros Scutellista cyanea, Coccophagus lycimnia y Metaphycus helvolus. Aunque el parasitismo puede oscilar mucho por zonas y años, siempre debe tenerse en cuenta para evitar desequilibrios.
SEGUIMIENTO DE LAS POBLACIONES
Su dinámica poblacional se podrá seguir observando:
– Adultos. Se observará el número de adultos vivos no parasitados por brotes para determinar su peligrosidad (mayo-junio).
– Adultos y ninfas. Se observará el número de cochinillas vivas por brote después del verano (agosto-septiembre), para saber las que han sobrevivido a los calores del verano y a los tratamientos, en el caso de que se hayan ejecutado, y actuar en consecuencia.
Muestreo: Se tomarán 10 brotes en 20 árboles tomados al azar.
Momento de aplicación. Para determinarlo se levantarán 40-50 adultos con huevos de distintos árboles tomados al azar y se contarán el porcentaje de huevos eclosionados. Cuando sólo se vean escamas blancas (huevos vacíos), será el momento en que habrá más ninfas sensibles a los insecticidas y menos estados resistentes (adultos con huevos).
ESTRATEGIA DE LUCHA
Para disminuir los efectos secundarios, se recomienda la utilización de «insecticidas blandos» como aceites suaves, reguladores de crecimiento, etc. Sólo en casos graves, se debe utilizar insecticidas polivalentes procurando en todos los casos mojar muy bien el árbol.
Los umbrales de tratamiento establecidos son:
– olivar de molino: más de 1 adulto vivo por 50 brotes, en zonas con riesgo de negrilla, y más de 1 adulto vivo por 10 brotes en las demás. Si se supera esta población el momento de intervenir será cuando haya eclosionado el 100% de los huevos y antes de la aparición de L3, algo que suele ocurrir al final del verano. Se aprovecha así la posibilidad de que la climatología haya reducido la población.
– olivar de mesa: se recomienda tratar a partir del 90% de huevos eclosionados.
En caso de recurrir a los tratamientos químicos, se utilizarán las materias activas autorizadas.