DESCRIPCIÓN
Las hembras adultas miden 7 – 8 mm, no conociéndose los machos. Son de color pardo y suelen hacerse las muertas al ser descubiertas.
Los huevos son ovalados, de 0,8 x 1 mm, inicialmente blanquecinos virando posteriormente a negros.
Las larvas son las características de curculiónidos, curvadas y blanquecinas, y la pupa se produce en una cápsula terrosa.
CICLO BIOLÓGICO
Presenta una generación al año. La mayoría de los adultos aparecen en mayo-junio alimentándose por la noche de las hojas de las varetas o chupones, brotes, etc., refugiándose durante el día en las proximidades del cuello del árbol, debajo de piedras, cortezas, grietas, etc. Cuando sube la temperatura, a finales de junio-julio, se guarecen en el interior del suelo, pero a más profundidad, encontrándose muchas veces grupos de 20 y hasta de 200 adultos y permanecen allí hasta finales de agosto. Cuando comienzan a descender las temperaturas y a subir la humedad vuelven a salir por la noche para alimentarse.
Al final de verano las hembras ya presentan en el interior del abdomen huevos formados, pero la puesta no se produce hasta que empiezan las primeras lluvias en septiembre, aunque pueden retrasarse a octubre-noviembre. Depositan los huevos en el suelo enterrados, encontrándose la mayoría en la capa superficial de menos de 6 cm de profundidad y en un radio de 25 cm alrededor del tronco, pero siempre coincidiendo con una zona húmeda. Las larvas neonatas penetran en el interior del suelo, normalmente dentro de los primeros 25 cm de profundidad, dependiendo de la humedad y textura del suelo. Se alimentan de raíces finas de plantas herbáceas y también de las raicillas del olivo, sin haberse estimado el posible daño que producen. En este estado pasan el invierno.
En abril empiezan a observarse las primeras pupas encerradas en cápsulas terrosas y a 10-40 cm de profundidad. Esta evolución depende de las temperatura/humedad y del tipo de suelo, adelantándose en los arenosos.
SEGUIMIENTO DE LAS POBLACIONES
La evolución de los adultos se puede seguir mediante la colocación de ladrillos, u objetos similares, al pie del olivo, cerca del tronco y sobre tierra batida. En estos refugios se esconden los adultos cuando bajan por la noche. Se cuentan periódicamente (cada semana) y se puede observar si tienen o no huevos.
ESTRATEGIA DE LUCHA
Si los daños llegasen a ser relevantes se debe actuar contra los adultos en las dos salidas más importantes: en junio, antes de refugiarse del calor del verano o en septiembre, antes de la puesta. Estos periodos se pueden determinar con mayor precisión por medio de refugios artificiales (ladrillos, placas) colocados en el suelo, alrededor del tronco, que se controlan semanalmente.
El control químico más eficaz es la aplicación al suelo de insecticidas piretroides, mojando abundantemente un radio de unos 25 cm alrededor del cuello del árbol, con un gasto de unos 7 litros de caldo por árbol. Al carecer de alas los adultos, las reinvasiones son poco probables.
Debe evitarse la eliminación precoz de varetas (junio) ya que puede conducir a los adultos a comer de la copa.
No se han encontrado parásitos pero sí depredadores, principalmente arañas (Textrix caudata L. Koch), pájaros y ratones (Mus spetrus).
En caso de recurrir a los tratamientos químicos, se utilizarán las materias activas autorizadas.