DESCRIPCIÓN
Presenta un claro dimorfismo sexual ya que las hembras adultas se caracterizan por presentar un folículo (caparazón o escudete) grisáceo, de forma redondeada y 1,5-2 mm de diámetro. Si se levanta éste aparece el cuerpo, de color violeta oscuro y forma pentagonal. Sin embargo, en el caso de los machos el folículo es alargado, de bordes paralelos y menor tamaño, 0,3×1 mm, bajo el cual evoluciona un adulto alado, siendo de color pardo-amarillento, muy pequeño y difícil de ver. Las ninfas son ovaladas. Efectúan dos mudas a lo largo de este estado y su exuvia queda muy excéntrica sobre el folículo de la hembra.
CICLO BIOLÓGICO
En nuestra zona pasa el invierno como hembras fecundadas las cuales depositan los huevos, alrededor de una treintena, aunque pueden acercarse al centenar, hacia marzo, observándose las primeras ninfas en abril. En mayo se suele producir el máximo de esta primera generación, en la que se aprecia una cierta preferencia por parte de las hembras hacia los tallos y por parte de los machos hacia las hojas. Se produce una segunda generación al final del verano, en la cual los frutos son preferidos por ambos sexos.
DAÑOS
En el caso de las cochinillas de la familia de los diaspinos no se produce melaza, por lo que los daños son sólo de tipo directo. Como consecuencia de su alimentación chupadora, se produce una disminución de los jugos disponibles por la planta, aunque se precisarían poblaciones muy altas para que se tradujera en un daño económico. El problema radica en la preferencia de esta cochinilla por los frutos. En éstos se producen manchas de color violáceo y deformaciones, de importancia en la aceituna de verdeo. En el caso de aceituna de molino se puede producir una bajada del rendimiento.
ESTRATEGIA DE LUCHA
La climatología puede llegar a ser un factor muy adverso para este cóccido. Las temperaturas del orden de 32ºC son limitantes. Es por ello que su distribución en el árbol a menudo coincide con la cara norte y es más frecuente en árboles con copa muy densa. Una poda que permita una buena aireación es por tanto una medida complementaria de control.
La presencia ocasional de esta plaga se suele asociar a un mal uso de los insecticidas, lo que suele producir una bajada de los enemigos naturales, especialmente el parásito Aphitis sp. La necesidad de tener que intervenir químicamente es poco probable.
Sólo en el caso de olivares de verdeo, cuando un año se observen frutos con síntomas, pueden plantearse su control la campaña siguiente, en los momentos de máximo avivamiento. Es más interesante el control de la primera generación, hacia mayo. En caso de recurrir a los tratamientos químicos, se utilizarán las materias activas autorizadas.